Tayn
Declaración de Tayn ante los Estatales sobre lo sucedido.
Siempre me he visto perseguido por las ideas de mi padre, apenas
era yo un niño cuando murió en aquel intento de revolución para liberarnos de
la opresión de la Pirámide. Eso sólo genera miedo en mí. No sé lo que es la
libertad que tanto pregona en sus escritos, creo que no la necesito, no la
quiero, ¿Cómo se puede desear algo que nunca has sentido?
Mi padre era un idealista, de esos pocos que tuvieron acceso a los
escritos de los antiguos sabios, libros muy antiguos de filósofos clásicos que
nunca estudiamos en la escuela básica. Antes de morir me dejó una carta con
todas sus ideas, me hacía prometerme a mí mismo que las buscaría, que las
viviría, pero me veo incompetente ante ello.
Me he adaptado a vivir en el sistema de la Pirámide. Bien es
cierto, que me gustaría estar en un piso o dos más arriba. Mi jefe tiene un
precioso TVR, un coche de combustión tan antiguo como ese sólo está al alcance
de gente que maneja cierto poder. Pero al menos los sábados se lo limpio al
igual que la piscina y las plantas de su parte exterior de la casa, y puedo
durante unos minutos imaginar cómo es esa sensación. Se supone que yo nunca
ascenderé en la escala, que este es mi lugar para siempre, pero no lo considero
una condena. Mi jefe en cambio, si puede seguir subiendo, mi padre decía que
para ser feliz había que ascender en la escala, en la Pirámide.
Sin embargo, mi jefe no parece un hombre más feliz que yo, nunca
le vi con nadie, ni mujer ni hombre, fuera del ámbito del trabajo.
Llega, activa su música, ahora anda escuchando a SG Lewis, tiene
buen gusto el caballero. Se mete en sus lecturas profundas con ese dispositivo
electrónico que sólo tienen los de su categoría, otras se las pasa conectado a
la nube, inanimado, a saber, que obtiene de ahí. En otras ocasiones se va con
el coche hasta la noche.
En su cuarto, frente a su cama, tiene el objeto más preciado de
sus posesiones, como si se tratara de un museo, que resguarda un libro sagrado
de los tiempos fundacionales de la Pirámide: un volumen prohibido por los
Metistas para los estratos bajos, pero conservado por su familia como reliquia
doctrinal. Este libro contiene los preceptos que estructuran el control del
conocimiento, y según me explicó una vez el propio Lamiere, desconoce cuándo
fue redactado, pero cree que tras las primeras revueltas con el fin de asegurar
el sistema. Creo que el señor Lamiere es un fiel creyente, lo trata con una
reverencia ambigua, como quien entiende demasiado bien las reglas que mantiene
y también las que puede romper. como si se tratara de un museo.
Guarda ese libro como si fuera la clave de algo. Está encerrado en
una vitrina, protegida por un sistema de seguridad incomprensible para mí. La
vitrina contiene un libro de verdad, de los del pasado, de los primeros años de
la formación de la Pirámide, con los preceptos a seguir cuando se levantan las
revoluciones. O eso me contó el dueño, una herencia familiar de la familia.
Me dijo que cuando cumpliera 20 años me lo enseñaría, sólo una
página, la que yo quisiera, es un libro grande, así que, me parecía justo. Hace
ya diez años de aquello, y cuando me leyó aquellas palabras, me marcaron, creí
entender, las recuerdo al dedillo.
“Cuando dejas que las clases bajas se llenen de sabiduría, de
razonamiento crítico, que conozcan las realidades parciales de la vida, el
ciclo se vuelve a iniciar, la Pirámide corre el riesgo de voltearse, hasta que
se vuelva a equilibrar.”
Cuando me lo leyó, que incluso cambió el tono de voz, así como más
grave, no lo entendí muy bien, mi padre tan listo y yo tan soso a veces.
Lamiere, mi jefe, me dijo que mi inteligencia me haría estar vivo más tiempo
que mi padre, acertó.
Todo cambió recientemente, cuando conocí a una mujer que de
primeras estaría fuera de mi alcance, no solo en belleza, sino en posición. Además,
trabajaba en el mismo lugar que Lamiere, y cuando regresaba el señor de verla
era el único momento que se le veía feliz. No fue tanto tiempo desde la
coincidencia de las cartas y los encuentros de Lamiere con ella, hasta podría
decirse que estaban relacionados.
Esa mujer misteriosa se acercó a mí a través de cartas que me iba dejando
secretamente, donde me iba contando mi historia, siempre seguida de “Tu
padre fue un héroe, tienes la oportunidad de ser más héroe que él.”
Las primeras cartas las tiré, pensaba que eran alguna broma de mal
gusto. Meterse con la memoria de mi padre, que fea persona. Luego con las
siguientes pensé que quizás solo quería asustarme, alejarme de las ideas de mi
padre, una especie de amenaza extraña, nunca estuve en una conspiración, así
que, no sé cómo funcionan. El caso, es que no me sentía muy contento de todo
eso, así que la última que recibí ni siquiera la abrí, la tiré inmediatamente,
ser héroe es no era mi misión.
Al final, a la cuarta semana, la señorita Golán visitó mi casa,
ataviada con un vestido de verano, apropiado para la época, que me dejó sin
habla. Se bajó las gafas de sol una vez abrí la puerta, me llamó por mi nombre,
“¿Señor Tayn?” Pronunciado con un hermoso acento de la costa. Respondí con un
muy silencioso y nervioso, sí. Me sentí tan acongojado que pensé que era el
hombre más ridículo de la historia. La hermosa mujer sin pensarlo ni
preguntarlo se adentró en mi cocina, se sentó en la única silla limpia que vio,
se quitó su sombrero blanco, como sus tacones, dejándome ver las bellas
facciones que adornaban todas las partes de su hermoso cuerpo. De su bolso sacó
una hoja de papel blanca, como eran en mi infancia, y me indicó a sentarme. Las
cartas que había recibido habían sido a través de la nube, esto, tan
rudimentario, era nuevo para mí, algo más propio de mi jefe Mis movimientos
eran tan lentos como si el tiempo transcurriera super despacio, imagino debió
ser un poco desesperante para la señorita Golán, así se llamaba, bueno una vez
me senté, se presentó.
- “Me llamo Golán, yo soy la que te ha estado mandando esas cartas
misteriosas. En vista de que no captabas o no querías hacerlo, decidí que sería
mejor hacerlo persona a persona. Sé que eres el empleado de Lamiere, y sé quién
es tu padre. Tu padre era el líder de los revolucionarios hace veinte años,
murió a tu edad, durante las batallas. Un avión no tripulado bombardeó su
cuartel en la tercera noche del raid. Lo lamento, mi padre también murió junto
al tuyo. Eso nos une en pasado, y lo que quiero proponerte (señaló la hoja de
papel) espero nos una en futuro. “No hay nada más fuerte que una idea de
Libertad”- dijo, como si recitara un pasaje del libro del señor.
-Eso decía siempre mi padre, pero nunca lo he entendido- contesté
intrigado
-Si tu padre…-cerró sus ojos y le salieron un par de lágrimas por
su ojo izquierdo-bueno no importa, el pasado no se puede remediar, pero si el
futuro que quiero organizar-
- ¿Qué quieres de mí? - Ya me sentía más calmado y mi respiración
volvía a la normalidad.
-Lamiere debe morir- Fue directa y sin escrúpulos.
No supe que decir durante unos segundos. Sentí un terrible
pinchazo en mi espalda.
- ¿Quéee? -Grité sin remedio.
-Se que es tu amo y le tienes aprecio, pero eres la persona ideal
para hacerlo. Son órdenes que vienen por encima de mí y tampoco las
entenderías. – Señaló hacía arriba, como si hubiera un piso imaginario.
-Pero…-Me cortó inmediatamente con un tono de autoridad.
-Pero nada, escucha y calla, como haces siempre. En las siguientes
semanas, no sé exactamente cuándo, recibirás un paquete a nombre de tu amo, este
contendrá un perfume. El cual tendrás que rociarlo sobre la tapicería del TVR.
Sencillo, ¿verdad? y ya está. No es complicado y no requiere de explicaciones o
enseñanzas. Una vez acabes lo tiras lo más lejos posible de casa de Lamiere,
eso es lo único peligroso. (señala la hoja) Te la dejo, la leerás una vez me
vaya. Luego la quemarás, quizás eso te haga entender todo. No me puedo quedar
mucho. Lamiere no debe saber que he estado aquí. - Una vez acabado su discurso,
recogió su presencia tan rápido como la había desplegado y se marchó.
Tayn no pudo levantarse durante un buen rato impactado por lo que
acaba de ocurrir, mirando al vacío, recordando cada palabra que esa bella mujer
le había dicho. No entendía, pero el fantasma de su padre no se despegaba de
él. Parece que desde la muerte quería obligarlo a ser participe de alguna
postura, mantener la Pirámide o luchar contra ella como hizo su padre y el de
la señorita Golán. Estaba cómodo en su postura, solo se preocupaba de servir al
señor, no había peligro en ello, no había riesgos. Su padre, el padre de la
señora Golán, ella misma, todos parecen estar en peligro cuando luchan contra
lo establecido, ¿qué necesidad de meterse en esos apuros?
Observó la hoja que le había dejado la señorita Golán. Descansaba
en la mesa, inerte, esperando ser leída por Tayn. Sin embargo, la apartó de su
vista, la guardó en un cajón de la mesa, con ello queriendo olvidar su
existencia. El contenido ahí escrito podría cambiar su vida para siempre. No
quería ni deseaba eso. Era un criado fiel para el señor Lamiere, no tenía
intención de traicionarlo. Como dice la Pirámide en sus preceptos, los errores
se pagan.
Dos días después de la visita de la señorita Golán a Tayn,
mientras limpiaba la cocina, se encontró con la hoja de nuevo. Rápidamente se
había olvidado de ella. La sacó, la observó. Durante unos segundos tuvo una
gran curiosidad dentro suya por leer el contenido, entender todo, pero
finalmente no leyó esa hoja, aunque si sentía algo de curiosidad, la quemó, el
fuego hizo su trabajo. A veces pienso si no habría sido mejor no quemarla. Pero
ya es tarde. El humo subió, como suben los aman a la Pirámide. Lamiere era su
jefe, no quería ser partícipe.
La siguiente semana esperé impaciente ese paquete. Era la última
prueba que borrar de una posible sospecha de Lamiere sobre él. Hasta ahora no
tenía porque sospechar nada, pero no quería que este perdiera su confianza. A
pesar de todo, no llegó. Fue raro, eso me hizo darme cuenta de que si estaba
pendiente a pesar de que mi mente estaba distraída recordando a Golán y
procurando no involucrarme en nada que hiciera perder mi estilo de vida actual.
Su belleza era algo inaudita para mi corta vida, juraría que mi cuerpo sentía
una alta necesidad de volverla a ver y no dormía bien. Además, conocía mi padre
mejor que yo, o al menos ella lo adoraba en cierta parte.
La posterior semana, fue cuando el señor Lamiere se fue a las
cabañas del lago junto a Golán. Lo supe porque estaba tan encantado y triste al
mismo tiempo el señor que se le escapó. Rara vez me contaba de sus salidas y
motivos. Me mencionó que no fuera ese fin de semana para limpiar su TVR, que
iba a las cabañas con una mujer. Cuando regresó el lunes, tenía la cara más
triste que había visto en mi vida, un gran pesar rodeaba al señor, la muerte
acontecía tras sus pasos. No lo volví a ver sonreír hasta que se marchó y me
abandonó. Desde ese día, su estilo musical tornó en un ambiente melancólico y
triste, tanto que sólo escuchó desde ese día a los Teskey Brothers, aquella
canción, ¿Cuál era? Ah sí, “Paint My Heart”, un hombre puede llegar a llorar
mucho, no lo sabía hasta que viví aquellos momentos de Lamiere.
Eso es todo lo que sé del incidente de la muerte de la señorita
Golán, lo juro por los preceptos sagrados de la Pirámide.
Eso me produjo nostalgia, nunca había admirado a nadie ni algo, el
señor Lamiere adoraba su TVR, la señorita Golán a mi padre, mi padre a la
Libertad y yo a nada. Quizás por eso estoy aquí, siendo interrogado por los
Estatales, sin moverme, esperando que la vida decida por mí. Sin arriesgar o
sin querer perder.
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